1 de enero de 2010

Una izquierda muy rara

Hace unos días, la secretaria de economía del PSC, Rocío Martínez-Sampere, respondía desde las páginas de opinión de El País a un artículo mío anterior en el mismo periódico en el que se criticaba la forma en la que los partidos catalanes supuestamente no nacionalistas están haciendo de tontos útiles en el asunto del Pacto Fiscal. Quiero agradecer el esfuerzo que ha hecho la Sra. Martínez por clarificar y defender la postura de su partido. Desafortunadamente, sigo casi exactamente donde estaba. Debe ser que soy muy burro, pero no termino de entender lo que quiere el PSC o por qué, y lo que entiendo ni me gusta ni me parece consistente con los principios que el partido dice defender. Mi artículo defendía dos tesis muy sencillas. Que no hay maltrato fiscal a Cataluña que justifique un sistema singular de financiación para la región, y que el sistema singular que se persigue, similar al concierto vasco, violaría el principio constitucional de igualdad. Yo no hablaba de solidaridad. Es más, decía explícitamente que la solidaridad no tiene nada que ver con esta historia. Martínez, sin embargo, vuelve a plantear el tema en términos del eslogan oficial que habla de la necesidad de limitar la solidaridad a términos razonables. Lo siento, pero no me sirve. Es lógico que uno se sienta más solidario con los más próximos y elija ayudarles más que a perfectos extraños, pero no estamos hablando de eso sino de la aplicación de un principio legal que tiene un ámbito bien definido, el del Estado del que formamos parte. Cuando pagamos impuestos no lo hacemos por solidaridad sino por obligación – pero por una obligación muy razonable. Sobre el tema del supuesto maltrato fiscal a Cataluña, Martínez-Sampere también se muestra muy escurridiza. Hombre, no es que España nos robe, viene a decir, pero no nos acaba de tratar muy bien. Aquí hace algunas alusiones bastante discutibles a ciertas decisiones unilaterales del Estado que en cualquier caso no bastarían para justificar un sistema de financiación ad-hoc y, sobre todo, recurre a la parábola del Sr. O. para ilustrar los peligros de un exceso de solidaridad. En el cuento, este buen señor habría pasado de ser el más rico de España a situarse por debajo de la dirigente del PSC en términos de renta disponible como resultado de un sistema fiscal manifiestamente injusto por llevar la redistribución hasta el absurdo. Vayamos por