“Els carrers serán sempre nostres” (las calles serán siempre nuestras) es uno de los eslóganes que repiten, cada vez con más frecuencia, los afectos al movimiento separatista en Cataluña. No hay acto ni manifestación organizada por estos grupos donde no se oiga, repetida hasta el cansancio, esta frase. Y ese hecho es muy ilustrativo. Tiene un trasfondo que con el paso del tiempo se va haciendo cada vez más evidente, el cual no es otro que la apropiación del espacio público de nuestros pueblos y ciudades por parte de este colectivo. Es ya inocultable que esas palabras no son únicamente consignas.
El separatismo hace ya tiempo que pasó de los eslóganes a la acción. Esta parcialidad política considera de su exclusiva propiedad tanto la vía pública como los edificios oficiales adscritos a la Comunidad Autónoma. Consideran estos grupos que esos espacios ciudadanos pertenecen solamente a quienes tienen la estelada por bandera y el lazo amarillo por distintivo en honor a los presuntos golpistas encarcelados. El resto, “los colonos”, somos ciudadanos con derechos restringidos, personas de segunda categoría, como bien se prodigan en afirmar diariamente sus dirigentes.
“Inmundicias” nos ha llamado, por ejemplo, el actual presidente de la Generalidad de Cataluña, Joaquim Torra. La máxima autoridad política catalana se ha referido a nosotros en forma despectiva como “los españoles”. Y es que en opinión de Torra y sus correligionarios, quienes no concordamos con su proyecto somos inmundicia, seres despreciables a quienes se nos puede atropellar, vejar, pisotear y someter utilizando para ellos las instituciones oficiales catalanas.
Justo eso fue lo que ocurrió el pasado domingo 16/09/18 con motivo de la manifestación organizada por la asociación “Hablamos Español” para protestar contra la imposición lingüística del catalán y el adoctrinamiento en las escuelas de Cataluña.
Bajo el lema “Els carrers seran sempre nostres”, integrantes de los llamados CDR (Comité de Defensa de la República) instalaron tiendas de campaña en la Plaza Sant Jaume, donde estaba previsto el cierre de la manifestación de “Hablamos Español”, desmontaron la tarima que esta asociación había instalado, previa tramitación de las preceptivas autorizaciones administrativas por parte del ayuntamiento y de los Mossos d’Esquadra, y bloquearon los accesos a este espacio público, impidiendo con ello el libre ejercicio del derecho a la manifestación por parte “Hablamos Español” y los ciudadanos que les apoyaban.
Desde nuestra asociación, Impulso Ciudadano, rechazamos tajantemente estos hechos protagonizados por los CDR y otros grupos. Consideramos que lo acontecido ese día, ante la pasividad de los efectivos tanto de la policía local como autonómica allí presentes, refleja por una parte el nivel de deterioro en el funcionamiento del Estado de Derecho en Cataluña y por otra, un talante, una forma de comportamiento por parte de las organizaciones separatistas, más digno de regímenes totalitarios que de un proyecto democrático y respetuoso de los derechos ciudadanos.
No es la primera vez que ocurren este tipo de atropellos. En el campus universitario de la Universidad Autónoma de Barcelona, en Bellaterra, es usual que los grupos separatistas impidan sistemáticamente la instalación de carpas y la celebración de conferencias organizadas por estudiantes no afines a su ideología. Lamentablemente no podemos ya hablar de hechos aislados ni puntuales. Estas conductas ejecutadas por el separatismo y destinadas a coartar la libertad de los demás han dejado de ser la excepción para ir convirtiéndose en la norma, ante los brazos cruzados de los responsables de velar por la vigencia de esos derechos vulnerados.
Hoy nuestro llamado, nuestra voz de alerta, se dirige a aquellas personas que poseyendo la legítima, aunque en nuestra opinión equivocada, aspiración separatista, ya han tomado conciencia en su fuero interno, se han dado cuenta a fuerza de hechos incontestables como los del pasado domingo, de la deriva diametralmente contraria a los cánones democráticos que han decidido tomar los actuales dirigentes y organizaciones políticas a la cabeza del movimiento separatista.
El espacio para la duda ha desaparecido y es evidente que el movimiento separatista ha optado por desconocer las más elementales normas de convivencia y concordia cívica, con tal de imponer a como dé lugar sus ideas al resto de ciudadanos catalanes. Si es necesario privándoles también del derecho a manifestarse en espacios comunes, de todos, como lo son nuestras calles, plazas, avenidas y resto de lugares públicos de ciudades y pueblos catalanes.
¿Qué pasaría si un grupo de personas decidiera ocupar el Fossar de les Moreres el día previo a la celebración que el separatismo lleva a cabo en ese lugar?
No hace falta ser un estudioso del Derecho Constitucional. No es necesario contar con un título en leyes para entender, desde la más elemental lógica, que una propuesta política basada en la vulneración contante de los derechos de quienes disienten de la misma, ofrece un futuro muy negro en caso de llegar a concretarse. Esa es la reflexión que cualquier persona sensata debe hacer ante lo ocurrido el pasado domingo en la Plaza Sant Jaume.
La próxima vez que escuchemos aquello de “els carrers seran sempre nostres” hagámonos una simple y corta pregunta: ¿De quién?